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Desde el 1° de enero, los niños y niñas de 11 años recibirán una sola dosis y no dos como hasta ahora.
En el medio del impacto por el DNU que generó profundos cambios en el sistema de salud, se conoció otra resolución, que no fue firmada por el actual ministro Mario Russo sino por su antecesora Carla Vizzotti, pero que entrará en vigencia en menos de un mes: la reducción a solo una dosis de la vacuna del virus del papiloma humano (VPH).
La decisión de Salud, que toma una recomendación de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn), se basa en que la Organización Mundial de la Salud avaló la aplicación de una sola dosis para garantizar la efectividad de la vacuna. Sin embargo, hay expertos que advierten que la medida de dar una y no dos puede ser perjudicial. No porque la cobertura que otorga una dosis sea insuficiente, sino porque podría ser insuficiente la cantidad de chicos que van a recibir, justamente, una dosis.
A partir del 1° de enero, las niñas y los niños de 11 años deberán recibir una dosis única de la vacuna del VPH en vez de dos con un intervalo de seis meses, como era hasta ahora. También, señala la resolución que firmó Vizzotti pero se publicó en el Boletín Oficial esta semana, se incluye en el esquema de vacunación contra VPH a “personas de entre 11 años y 26 años comprendidas en los grupos específicos recomendados en los lineamientos técnicos y sus actualizaciones”, por ejemplo quienes tienen compromiso inmunológico.
Existen unos cien tipos de virus del papiloma humano. De estos, 15 tipos afectan la zona genital y anal y se los denomina “de alto riesgo oncogénico”, porque las infecciones persistentes pueden evolucionar a un cáncer. El cáncer más frecuente que causa el VPH es el de cuello de útero, pero también puede provocar cáncer oral, vaginal, de pene, vulva o ano.
En Argentina, hay 4.500 nuevos casos de cáncer cervicouterino al año y mueren más de 2.100 mujeres por esta enfermedad, que es prevenible con la vacunación y los controles como el PAP y el test de VPH. Por eso, la Organización Mundial de la Salud propuso una estrategia para que sea el primer cáncer eliminado en el mundo.
Es en el marco de esta estrategia que el organismo mundial recomienda ahora bajar a una dosis única. Pensándolo globalmente, lo que se busca es que más gente en más países tenga acceso al menos a una dosis de la vacuna, ya que se demostró que con solo una se alcanza un nivel de anticuerpos que sostiene la protección en el tiempo.
La infectóloga Carlota Russ es representante de la Sociedad Argentina de Pediatría en la CoNaIn y señala que desde hace mucho tiempo en ese ámbito se viene analizando esta nueva recomendación de la OMS. También recuerda que cuando se empezó a aplicar la vacuna del VPH en el mundo en 2006 (en Argentina se incorporó al calendario oficial en 2011), la indicación eran tres dosis. Con el tiempo se pudo ir evaluando que con dos se mantenía la inmunidad.
Esa misma comprobación se hizo posteriormente con la dosis única.
“¿El nivel de anticuerpos de una dosis es igual que el de dos o el de tres? No, siempre es un poquito más bajo, pero la protección igual sigue siendo útil”, remarca la especialista sobre este cambio que se definió ahora.
Russ agrega que sostener la segunda dosis en la adolescencia “es difícil”, porque los chicos y chicas no van a vacunarse y porque ya no hay una mamá o un papá que los lleve al vacunatorio. Por eso, la la CoNaIn avaló una dosis con vigilancia epidemiológica para detectar la aparición de nuevos genotipos u otro indicador a considerar.
El problema de las tasas de cobertura
En la resolución firmada por Vizzotti se señala que “diversos países de la región y del mundo incorporaron esquemas de una dosis contra VPH en sus calendarios de vacunación”.
Consultado por Clarín, Roberto Debbag, presidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, respondió que no tenía conocimiento de que otro país de América Latina ya hubiera adoptado el esquema de dosis única.
El especialista señaló que “es una recomendación posible la de OMS y OPS de utilización de una sola dosis porque ha mostrado que causa impacto también en su efectividad, pero en la región estamos viviendo uno de los momentos más dramáticos de los últimos años que es la caída drástica de las tasas de inmunización”.
Argentina supo ser un país modelo en vacunación, pero hoy no es ajena a este problema regional: un informe de mediados de año de Unicef alertó que en nuestro país más de 112.000 chicos no recibieron ninguna vacuna en toda su vida.
Respecto puntualmente de la vacuna de VPH, según un informe de este año del Ministerio de Salud las tasas de cobertura 2022 fueron del 82,7% en primera dosis para las mujeres y del 75,6% en los varones. La segunda dosis cae a 54,3% en mujeres y 47,6% en varones.
Hay una recuperación de los indicadores de pandemia, pero en todos los casos se está por debajo de las tasas de cobertura de 2019, que llegó a 87,2% en mujeres. En su estrategia de erradicación del cáncer cervicouterino, la OMS aspira a llegar al 90% de cobertura en mujeres a los 15 años para 2030.
Debbag señaló que “no es el momento para producir un cambio en la recomendación”. “Si uno deja una sola dosis, si se pierde es dosis cero”, advirtió.
El experto puso el foco particularmente en el incremento de la pobreza y que en Argentina “6 o 7 de cada 10 niños en edad de ser vacunados están en situación de pobreza. Sus madres no deciden la vacunación porque tienen otras prioridades. Hay que hacer programas de vacunación, garantizar el acceso a una vacunación activa”.
Russ reconoció que “siempre llegamos a la conclusión de que hay que mejorar las coberturas. Es una decisión política. Los médicos decimos que se tiene que dar, pero después está la ejecución, la vida real”.
La infectóloga admitió que todo el contexto económico –con familias que no tienen los recursos para acercase al vacunatorio y médicos precarizados que no pueden dedicarle a las consultas la extensión que ameritarían– atenta contra la importancia de la vacunación. Y allí pide un compromiso de todos: los médicos, las sociedades científicas y el Estado que garantice el acceso. “Todos tenemos que insistir y trabajar en concientizar”, concluye.