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La campaña “Mar de historias” pone en valor restos de naufragios en las costas argentinas.
Los naufragios suelen ser mucho más que un barco en el fondo del mar o los restos de un casco varado en una playa; son también un refugio de historias -de un barco, de personas, de toda una época- que vale la pena conocer.
Con el fin de sensibilizar y dar a conocer las riquezas culturales y esas historias que se encuentran a lo largo de las costas y sectores sumergidos, distintas provincias argentinas, junto con la Administración de Parques Nacionales y el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, presentaron “Mar de Historias”, una campaña que busca promover el conocimiento, la valoración y la protección del patrimonio cultural marino-costero del mar argentino.
Sumergirse en el pasado y proteger el futuro
Promovida por las provincias de Buenos Aires, Chubut, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego, la campaña -www.mardehistorias.com.ar; @mardehistoriasarg- es una invitación a explorar el pasado y sumergirse en la riqueza de la herencia cultural marítima, además de un compromiso de protegerla para las futuras generaciones.
“Contribuyendo a preservar este patrimonio en el lugar donde se encuentra, podés ser protagonista del apasionante desafío de descubrir l pasado”, destaca Cristián Murray, investigador del equipo de arqueología subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano y coordinador de la campaña.
Y destaca que este patrimonio tiene un carácter “único e irremplazable” que enfrenta riesgo como la erosión costera, la pesca de arrastre, el fondeo de embarcaciones, los dragados y otras obras que afectan las costas y el fondo marino y la remoción o extracción de objetos, ya sea por simple curiosidad o para el coleccionismo.
Para aprender sobre la historia y conocer historias del patrimonio del Mar Argentino, éstos son algunos de los tesoros de naufragios que pueden conocerse en las costas del país.
ZenCity
Los restos de este barco y su cargamento fueron descubiertos en 2008, durante la excavación para la construcción del complejo ZenCity, en el Dique 1 de Puerto Madero.
Lo que quedaba de su casco estaba enterrado a unos 10 metros bajo el actual nivel de la calle, zona que fue rellenada durante la construcción del puerto.
Los restos del que fue identificado como un barco mercante español del siglo XVIII fueron excavados por arqueólogos y el casco fue removido, trasladado y reenterrado en el terreno del conjunto histórico de la Barraca Peña, en La Boca, junto al Riachuelo.
En el lugar, que se puede visitar, se exhiben varios objetos recuperados.
Vapor Karnak
El Karnak era un vapor alemán de la compañía Kosmos, de Hamburgo -reconocida por la velocidad y seguridad de sus buques- que transportaba pasajeros, carga y correspondencia entre Hamburgo, el Río de la Plata y los puertos del Pacífico.
Fue el primer vapor alemán que realizó este servicio, y el 24 de enero de 1878 encalló en la costa, 3 kilómetros al sur de Punta Médanos, en la provincia de Buenos Aires.
Hoy sus restos pueden verse semienterrados en la arena y bañados por las olas, luego de una relajante caminata por playas infinitas.
Vapor Ludovico
Este carguero de 60 metros de eslora que naufragó en 1916 en Bahía Rosas, provincia de Río Negro, mientras se dirigía de Buenos Aires a Punta Arenas, Chile. Había sido construido en 1908 en Escocia y botado bajo bandera argentina; luego fue vendido a Paraguay y, al momento de su hundimiento, tenía bandera chilena.
La tripulación del barco era española y chilena, y la oficialidad, alemana, por lo que se trata de un muy buen ejemplo de la multiplicidad de culturas e historias que suelen estar asociadas a los naufragios y la tradición marítima.
Sus restos, que ya forman parte del paisaje, se encuentran desarticulados y distribuidos en varios cientos de metros a lo largo de la costa, en ocasiones cubiertos por la arena. Pueden apreciarse desde un mirador sobre la ruta provincial 1 -llamada Ruta de los acantilados o Camino de la costa-, a lo largo de una playa de gran belleza.
Goleta Emma
Esta elegante goleta de madera construida en 1883 en Maine, Estados Unidos, se incendió y hundió en 1947, mientras estaba fondeada en las costas de Puerto Madryn, Chubut.
La embarcación tuvo una importante trayectoria, primero en Norteamérica como goleta de pesca y luego en aguas patagónicas argentinas y chilenas, donde se utilizó para la caza de lobos marinos, la pesca de cazones y el transporte de carga y pasajeros.
En 1916 fue contratada para intentar rescatar a varios miembros de la expedición antártica de Ernest Shackleton que habían quedado varados en una de las islas Shetland del Sur.
Sus restos forman parte del primer parque submarino de la Argentina, creado a principios de la década de 1970. Se encuentran a una profundidad de entre 12 y 15 metros a unos 800 metros de la costa, y pueden visitarse a través de operadores de buceo de Madryn.
Corbeta Swift
En 1770, esta corbeta de guerra británica fue destinada a custodiar el apostadero que Gran Bretaña poseía entonces en las islas Malvinas. Al intentar ingresar a la boca de la ría Deseado (provincia de Santa Cruz) durante un viaje de exploración, encalló en una roca sumergida y se hundió.
Sus restos fueron hallados en 1982 por un grupo de jóvenes pobladores de Deseado, quienes promovieron la creación de un museo local para albergar los objetos que se recuperaran.
Este naufragio es considerado la “cuna” de la arqueología subacuática en nuestro país, porque fue aquí donde se formaron los primeros arqueólogos-buzos argentinos. Su excelente estado de conservación, debido a su localización en aguas protegidas y a estar cubiertos por una capa de sedimento, permitió estudiar múltiples aspectos vinculados con el barco y su tripulación.
Una gran colección de objetos recuperados de este naufragio puede verse en el museo “Mario Brozoski” de Puerto Deseado (llamado así en homenaje a uno de sus descubridores), dedicado a su historia, descubrimiento e investigación.
Remolcador Saint Christopher
Este remolcador, construido en los Estados Unidos en 1943, participó, bajo bandera británica y con el nombre de Justice, en diversas tareas de salvamento y remolque durante la Segunda Guerra Mundial, incluyendo el desembarco de Normandía.
En 1947 lo compró la compañía argentina Salvamar como buque de apoyo para las tareas de reflote del buque alemán Monte Cervantes, que había naufragado cerca de Ushuaia.
Luego del intento fallido de reflotar este barco, el Saint Christopher quedó abandonado en la bahía de la ciudad fueguina, allá por 1957. Se transformó en un ícono del patrimonio marino-costero de Ushuaia y forma parte del paisaje de la ciudad.
Fragata Duchess of Albany
Este gran velero mercante tenía casco de hierro remachado, aparejo de vela de tres palos y transportaba 28 tripulantes. En 1893, durante un viaje de Río de Janeiro a Valparaíso (Chile), encalló en la costa de la Península Mitre (Tierra del Fuego) debido a la densa niebla y a errores de cálculo en la navegación, y naufragó. Uno de los náufragos se quedó a vivir con los selk´nam, habitantes originarios del centro y norte de la isla.
En 1979, una expedición organizada por el Museo del Fin del Mundo de Ushuaia extrajo el mascarón de proa, magníficamente tallado en madera, que actualmente se exhibe en la sala principal del museo.
El “Duquesa”, como se lo llama en la ciudad, se convirtió en un naufragio emblemático para la provincia. En este fantástico museo también se exhiben restos de otros naufragios históricos que ocurrieron en el área y se puede conocer sobre pueblos indígenas fueguinos como los yámana, cazadores recolectores nómades adaptados a la vida marina.
Carguero Desdémona
Este buque construido en Hamburgo, Alemania, en 1952, comenzó a operar para la compañía argentina Cormorán Líneas Marítimas en la década de 1960, y en 1985, con 20 tripulantes y una carga de 20 mil bolsas de cemento, zarpó de Buenos Aires rumbo a Comodoro Rivadavia y Tierra del Fuego.
En el viaje entre Comodoro y la isla fueguina el motor se averió, y pese a que en Ushuaia se intentó, no se pudo reparar.
Así, navegando a no más de 5 nudos por hora, zarpó de regreso al norte con la intención de atracar en Río Grande, pero el viento lo obligó a buscar refugio más al sur, y tocó fondo apenas pasó el cabo San Pablo.
En una maniobra para intentar liberarse, su popa dio contra una restinga que no aparecía en las cartas de navegación, y comenzó a entrar agua a las bodegas.
Entonces el capitán varó el barco en la playa para evitar su naufragio y salvar a la tripulación. Y desde entonces, hace 38 años, el Desdémona quedó allí, sobre la arena. a merced de las mareas y los vientos patagónicos.
Se llega hasta su casco por la ruta provincial A, y con marea baja se puede caminar hasta el oxidado casco.