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Las observaciones desde la órbita sugieren que una falla que había permanecido inactiva en tiempos modernos se rompió el viernes.
Justo antes del amanecer del lunes, un satélite observó regiones de Marruecos dañadas por un terremoto el viernes por la noche.
Los datos recogidos a 700 kilómetros sobre la Tierra ofrecen a los científicos pistas fundamentales que ayudarán a desentrañar la mecánica del sísmo, incluida la determinación de la falla específica que se rompió.
Los datos clave proceden de Sentinel-1a, uno de los satélites lanzados por la Agencia Espacial Europea que pasan alrededor de la Tierra cada 12 días para cartografiar su superficie.
Según Tim Wright, geofísico de la Universidad de Leeds (Inglaterra), el satélite utiliza un radar para medir los pequeños cambios del terreno que se acercan o alejan de la nave en órbita.
La técnica se conoce como InSAR y permite a los científicos comparar los datos recogidos antes y después del sísmo para evaluar el movimiento tridimensional del terreno en torno a una falla con una precisión casi milimétrica.
El análisis de los datos en Marruecos indica dos tipos de movimiento:
El terreno de un lado se desplazó horizontalmente con respecto al otro, lo que se conoce como deslizamiento de golpe, así como hacia arriba con respecto al otro, lo que se conoce como empuje inverso.
Al comparar el movimiento observado con modelos, Judith Hubbard y Kyle Bradley, geólogos de la Universidad de Cornell, hallaron indicios de que la falla responsable podría ser una antigua fractura inclinada hacia el norte conocida como la falla de Tizi n’Test.
Esta estructura se remonta a cientos de millones de años y “ha estado activa en distintos momentos del pasado profundo”, explicó Hubbard.
Las tierras se desplazaron a lo largo de la falla cuando se formó el supercontinente Pangea hace unos 300 millones de años y, posteriormente, cuando se separó.
La falla también estuvo activa ocasionalmente cuando se formaron las montañas del Alto Atlas en lo que hoy es Marruecos.
Pero no ha estado activa en la historia reciente.
Sin embargo, las fracturas antiguas crean puntos débiles en el paisaje, explica Wendy Bohon, geóloga especializada en terremotos.
Si se dan las condiciones adecuadas, la falla puede volver a romperse, un fenómeno llamado reactivación.
Eso parece ser lo que ocurrió el viernes por la noche en Marruecos.
Los gráficos de los datos InSAR muestran bandas de colores de aspecto psicodélico en la superficie de Marruecos.
Cuanto más cerca están las bandas de color, mayor es el desplazamiento del terreno.
Incógnitas
A menudo, los colores se agrupan, formando un rastro distintivo a lo largo de donde un terremoto se agrieta a través de la superficie.
Sin embargo, esta característica brillaba por su ausencia en las gráficas marroquíes, según Wright.
Esta ausencia indica que el sísmo marroquí, que se inició a unos 20 kilómetros bajo tierra, no llegó a la superficie.
Este tipo de terremotos, conocidos como terremotos ciegos, son especialmente difíciles de estudiar.
“Es mucho más complicado averiguar qué ocurre exactamente en una falla cuando no es algo que podamos ver y tocar”, explica Bohon.
Estos análisis iniciales son un gran paso hacia la comprensión de los terribles sucesos ocurridos en Marruecos y podrían ayudar a los científicos a entender mejor los riesgos futuros.
Pero los análisis y la recopilación de datos adicionales ayudarán a los científicos a precisar aún más los detalles del sísmo.
Según Wright, en el horizonte puede haber más ayuda para estudiar la complejidad de los terremotos.
A principios del año próximo, NISAR, una misión conjunta de la NASA y la Organización de Investigación Espacial de la India, añadirá a los cielos otro orbitador capaz de estudiar los fenómenos tectónicos de la Tierra.
“Cuantos más satélites tengamos, más rápidamente podremos responder a un acontecimiento”, afirmó Wright.