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Está entre 8 y 18 metros bajo tierra y fue construida en los años 60.
Terminando los años ’50, los dos países comunistas más grandes del mundo, China y la Unión Soviética, estaban enfrentados y una guerra entre ellos parecía inevitable. Y si había una guerra se usarían armas nucleares.
En 1969, el presidente chino Mao Zedong ordenó a sus compatriotas que cavaran túneles debajo de sus casas como protección contra los ataques aéreos soviéticos. A finales de 1970, las 75 ciudades más grandes del país habían cavado suficientes túneles como para albergar al 60% de sus poblaciones.
Pero el punto central era la capital, Beijing. Allí, 300.000 personas con palas excavaron entre 10.000 y 20.000 refugios para bombas. Así nació la ciudad subterránea de Beijing.
Para suministrar los materiales de construcción se destruyeron murallas y torres centenarias que una vez rodearon la antigua Beijing.
Las antiguas puertas de la ciudad de Xizhimen, Fuchengmen, Chongwenmen cayeron y solo sobrevivieron dos torres de vigilancia: Zhengyangmen y Deshengmen.
Túneles y búnkeres
Los túneles y búnkeres recorren más de 30 kilómetros y cubren un área de 85 kilómetros cuadrados.
Están ubicados de 8 a 18 metros bajo la superficie. Se instalaron más de 2.300 pozos de ventilación y se construyeron escotillas de gas impermeables para proteger a los internos del ataque químico y la lluvia radiactiva.
¿Para que servía todo este esfuerzo? En ese momento la población de Beijing ascendía a 8 millones de habitantes y en caso de guerra, esos 8 millones podían pasar a vivir 4 meses bajo tierra para evitar los efectos de un ataque nuclear o químico.
Pero a fines de los ’70, ya muerto Mao y con el acercamiento chino – soviético, el gobierno ideó un plan para no desperdiciar la ciudad subterránea de Beijing. La Oficina de Defensa Civil del gobierno dio órdenes de comercializar los refugios.
Habitaciones en alquiler
Muchos de esos búnkeres bajo tierra pasaron a ser habitaciones en alquiler, supermercados, cines, restaurantes, clínicas, escuelas, teatros, fábricas, de todo un poco.
En 1996 el gobierno exigía que los edificios nuevos contuvieran refugios subterráneos de defensa civil y que fueran construidos para obtener beneficios económicos. Y fue una medida desacertada. Se construyeron miles de habitaciones bajo tierra.
En la actualidad, 1 millón de personas vive bajo tierra en Beijing, en lugares que a veces no son aptos para habitar, pero son 75% más baratos que alquilar un pequeño departamento sobre tierra.
Los chinos llaman a los habitantes bajo tierra “shuzu” (tribu de ratas). La mayoría de ellos son jóvenes migrantes que llegan desde áreas rurales en busca de trabajo.
Pero algunos de los que deciden vivir allí son habitantes de Beijing que con el fin de ahorrar para comprarse una casa o un auto, deciden alquilar bajo tierra.
En 2010, las autoridades municipales de Pekín anunciaron que el uso residencial de espacios subterráneos sería ilegal a fines de 2012, por los riesgos incendios o inundaciones.
En 2015, miles de residentes fueron desalojados de sus viviendas subterráneas. De nada sirvió. Todavía hay 1 millón de personas que habita bajo tierra.
En la actualidad, los extranjeros no pueden bajar a la ciudad subterránea, pero hay una red de guías turísticos clandestinos que por unos yuans saben por donde bajar y llevar a la gente de excursión. Uno de esos accesos está en el número 62 de Damochang West Street.