El Gobernador está sorprendido por los movimientos de la ex presidenta en los últimos días. En el grupo político que lidera ven una caída en el nivel de influencia de la líder peronista.
La división en el kirchnerismo se hace más profunda con el paso de los días y las diferencias son cada vez más explícitas. Mientras Cristina Kirchner busca posicionarse como la ordenadora del peronismo, Axel Kicillof da gestos de independencia que sirven para poner un límite a la conducción política de la ex presidenta. Lo hace en base al silencio. Sin la necesidad de la palabra.
Detallan en la lista cuatro señales de diferenciación: la resistencia a la presión de Máximo Kirchner para que Kicillof sea candidato a presidente en las últimas elecciones, la defensa a Verónica Magario para que vuelva a ser candidata a vicegobernadora frente a la decisión de correrla, la determinación de no explicitar un respaldo a la candidatura de CFK al PJ y la organización de un acto propio por el Día de la Lealtad, donde será el único orador.
“Hay que medir sus gestos y frente a quién se hacen. El volumen de la dirigente que tiene enfrente”, reflexionó uno de los dirigentes que forma parte del armado, en referencia al desafío que implica mostrar diferencias con la ex jefa de Estado. La discusión central que impulsan es por el método en que se define la estrategia electoral y por el lugar que consideran que debería tener Kicillof en el proceso político del peronismo, teniendo en cuenta que es uno de los pocos gobernadores que reeligió.
La queja es porque consideran que “la unidad se convirtió en un sometimiento” donde Cristina y Máximo Kirchner hacen valer su poder y digitan el armado de listas, del que después solo salen beneficiados los dirigentes de La Cámpora y los aliados K más cercanos. “Perdimos seis de las últimas ocho elecciones. El método tiene que cambiar. Basta de enterarnos las cosas por Twitter y que nos diga quién va y quién no va de acuerdo al criterio de ellos”, aseguraron.
Si el anhelo es que Kicillof sea el candidato a presidente, entonces es primordial inyectarle poder lentamente para que su figura tenga más autoridad y volumen político dentro de los márgenes del peronismo. Para eso advierten que deben enfrentar a La Cámpora y al cristinismo duro. “Lo único que quiere Máximo es desgastar a Axel”, sentenció una voz importante del armado político del Gobernador. Otro dirigente del mismo espacio agregó: “Máximo solo busca excusas para pegarle a Axel”.
De cara al año que viene la intención de ese esquema es trabajar en el armado de listas paralelas a La Cámpora. Listas que estén digitadas y bendecidas por Kicillof, y en la que los intendentes que lo acompañan tengan influencia. De un lado el gobernador bonaerense y su armado político. Del otro, Cristina Kirchner y la agrupación ultra K que conduce Máximo Kirchner. “Axel va a liderar un espacio político”, dicen en su entorno.
Quizás lo más sorprendente de la idea es que una de las opciones es que no haya una PASO. Es decir, que sean listas con sellos distintos, lo que implicaría una ruptura de Unión por la Patria (UP). Es una posibilidad que se baraja, en un momento donde el malestar aumenta exponencialmente. Las críticas de Máximo Kirchner en el acto de La Plata y la visita de CFK a La Matanza sin previo aviso, terminaron de detonar el enojo que se cultivaba, desde hace tiempo, en el grupo político de Kicillof.
Lo más posible es que la idea de la división se ejecute en las listas bonaerenses. Es decir, en las ocho secciones electorales y en todos los municipios. Dos listas kirchneristas. Dos opciones para dirimir poder. La lista de legisladores nacionales es otra discusión, donde estará metida de lleno CFK, que aparece como la posible candidata a encabezarla. Un debate en el que aparecen, con mayor protagonismo, otros actores del peronismo como Sergio Massa.
“¿Por qué Axel no se animaría a confrontar con el poder de Cristina? Axel no tiene que ser el candidato de Cristina. Tiene que ser el candidato del kirchnerismo. No puede ganar un candidato y que el jefe político sea otro”, sentenció un dirigente bonaerense de estrecha relación con Kicillof. El mensaje va directo al corazón del cristinismo, donde están convencidos que la ex mandataria tiene que coordinar y liderar la reconstrucción del peronismo.
En este último punto reside uno de los temas centrales de la división en el mundo K. La mala experiencia del Frente de Todos dejó un aprendizaje con olor a sentencia: si hay un presidente, tiene que ser el jefe del peronismo. No puede existir un doble comando. Entonces entienden que no se puede repetir un proceso similar al de los últimos cuatro años. Es decir, que CFK no puede volver a bendecir con su dedo al elegido. El camino debe transitarse de otra forma.
“¿Axel ganó con 5 millones de votos la provincia más importante del país y el jefe es Máximo? No puede ser así”, se quejaron en el corazón del armado político. La vocación de romper esa lógica es la que está tensando la convivencia en todo el espacio. “Está todo roto”, aceptan en el esquema bonaerense, donde no disimulan la fractura que existe en el territorio y la estructura dirigencial del kirchnerismo.
Una postal de esa ruptura es que el acto por el Día de la Lealtad se está armando sin la presencia de Cristina Kirchner. Aunque sea ella la principal candidata a conducir el PJ Nacional y la principal dirigente del espacio. Apuestan a mostrar que lo que tienen en términos de estructura política, está consolidado. Es de Kicillof. Poco o mucho, pero es de él. Y apuestan a que crezca con el paso del tiempo.
El gobernador bonaerense está sorprendido por los movimientos de CFK. Su desembarco en el conurbano, su carta y el operativo clamor que avaló. En ninguna de todas esas participaciones estuvo incluido. “Hay una estrategia y no somos parte. Eso está claro”, aseguran en La Plata.
Otro análisis que atraviesa al espacio y sus dirigentes es que la ex presidenta perdió poder de influencia. “El operativo clamor fue un fracaso. La acompañaron los mismos de siempre. Y cada vez hay menos gente que la sigue”, señaló un dirigente de peso en el conurbano bonaerense. Y agregó, dando una señal del debate que empezó a resurgir en las bases: “¿Hay algún futuro con Cristina como candidata en el 2027? ¿Hay futuro con un liderazgo de ella para la construcción política? La respuesta es no”.