Luego de idas y vueltas, Macri comprometió el apoyo del PRO al veto a la ley de financiamiento universitario. El ex presidente se debate entre ofrecer gobernabilidad y las críticas a una gestión que mira de afuera. Por su parte, Cristina Kirchner confirmó en una carta su postulación al PJ Nacional y le apuntó a Milei porque “avanza a hachazos sobre jubilados, universifades y hasta hospitales”.
En un momento de baja en las encuestas, la decisión del presidente Javier Milei fue redoblar la apuesta mostrándose intransigente con el ajuste, en este caso vetando la ley de financiamiento universitario. Luego de varias idas y vueltas, Mauricio Macri terminó consensuando con sus diputados el apoyo al veto, con un comunicado que incluyó críticas a la gestión oficial. Macri sostiene un equilibrio imposible en el que ayuda a la gobernabilidad de Milei -que es lo que entiende piden sus votantes-, pero al mismo tiempo mantiene sus planteos para tomar distancia de una gestión que nunca le termina de dar lo que reclama. Más sencillo lo tiene Cristina Kirchner, quien ayer oficializó su postulación a la presidencia del PJ con una carta en la que apuntó a Milei por su tono cada vez más agresivo y violento mientras “avanza a hachazos sobre jubilados, universidades y hasta hospitales de salud mental”. Las cartas de las principales figuras políticas quedaron sobre la mesa.
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Milei mantiene su lógica de hierro de ir a fondo con el ajuste sin importar los costos, todo sea por convencer a los mercados de que no piensa aflojar. El riesgo es que probablemente termine generando más dudas sobre su capacidad de gobernabilidad en caso de que el Congreso le rechace un veto por segunda vez, como ya ocurrió con los fondos reservados para la SIDE. Hasta anoche, al Gobierno todavía le faltaba para asegurase manos para llegar al tercio que le permitiera salir airoso del test. Eso, pese a que consiguió el apoyo del PRO, luego de los zigzagueos de Macri que pasó en horas de ser un abanderado de la educación pública a criticar el “uso político” de las universidades, como paso previo a su apoyo al veto. En medio, mantuvo una reunión con el asesor Santiago Caputo, a quien tiene identificado como su enemigo en la Casa Rosada.
La parábola de Macri dejó expuestas sus dificultades para posicionarse frente a un gobierno en el que coincide en el rumbo, pero que no acepta incorporarlo en una alianza formal, como pretende. Por eso, entre algunas críticas a la gestión, el PRO reclamó en un comunicado al Ejecutivo que se convocara a los gremios docentes. Finalmente, el ministerio de Capital Humano concedió el 6,8% de aumento que les había ofrecido -los gremios reclaman el 60% que perdieron en estos meses- y, aparentemente, sumarían un extra para las escalas más bajas. De esa manera, el macrismo busca mostrar algún logro a cambio del escarnio de avalar el veto presidencial a una mejora del presupuesto universitario. Votarían así 34 de los 38 diputados de la bancada que preside Cristian Ritondo.
Con todo, el Gobierno todavía deberá seguir trabajando para asegurarse el tercio. Apunta a convencer a los cinco diputados radicales que integraron el grupo de “87 héroes” contra la movilidad jubilatoria, pero hay dos que optarían por la opción intermedia de ausentarse. Por eso, también buscan sumar voluntades entre legisladores de partidos provinciales. Para una gestión con popularidad en baja y huérfana de una estructura política que la contenga, mostrar que mantiene la capacidad de veto de las leyes que saca la oposición en el Congreso. Si en la sesión del miércoles no puede garantizarlo, será otro golpe para Milei, quien no suele reaccionar bien a las adversidades.
En su nueva carta, Cristina Kirchner apuntó al daño que produce en la sociedad “un Presidente de la Nación gritando y agraviando a diestra y siniestra”. “Una suerte de extraño y peligroso liderazgo del caos y la destrucción del que nada bueno puede resultar para el conjunto de los argentinos”, sostuvo en el escrito que oficializó su candidatura para presidir el PJ Nacional. Explicó que quiere hacerlo para “reagrupar a todas las fuerzas políticas y sociales detrás de un programa de gobierno que devuelva a esta Argentina sumida en la crueldad y el odio de los necios, la esperanza y el orgullo de ser argentinos”. Sin las dudas de posicionamiento de Macri, CFK pretende ordenar al peronismo en una propuesta alternativa a la del modelo libertario.
Planteó su eventual asunción en la jefatura del PJ como el “desafío de debatir en unidad porque si algo tengo claro también, es que acá no sobra nadie”. En su entorno, hablaban del armado de una mesa de conducción de unidad en el que estarán representados todos los sectores. Sin embargo, no hizo ningún gesto concreto en esa dirección y el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, ratificó su voluntad de competir por un cargo por el que viene recorriendo el país desde hace meses. CFK no tuvo un “clamor” y, ante esa evidencia, Quintela siguió adelante con su construcción. Este lunes estuvo en Neuquén “para conversar sobre el destino y la reorganización de nuestro partido”. El cierre de listas es el 19 de octubre y hasta ese día seguramente habrá novedades.
La confirmación del cristinismo como sector preponderante en el PJ generó ya los primeros movimientos entre quienes se sienten en la vereda de enfrente. Así se interpretó la reunión en la Casa Rosada del secretario de Interior, Lisandro Catalán, y el armador del mileismo en provincia de Buenos Aires, Sebastián Pareja, con el intendente de Tigre, Julio Zamora, y el ex intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta. “Estamos trabajando y tendiendo puentes para transformar la provincia de Buenos Aires”, declaró Pareja. Zamora, enemigo de Sergio Masa en Tigre, se había reunido días atrás con Juan Schiaretti y con Florencio Randazzo, quienes pretenden encabezar un armado del peronismo antikirchnerista. De hecho, Randazzo subió ayer a las redes una foto en la que aparecía firmando su renuncia al peronismo. Zabaleta, por su lado, mantiene su enfrentamiento con La Cámpora, que se quedó con el municipio que conducía.