A partir de los años 1920, se convierte en el principal producto de exportación y principal fuente del presupuesto nacional, convirtiendo al país en la “Arabia Saudita de Sudamérica”.
Pero la debacle comienza con la llega de Hugo Chávez al poder, en 1999.
Se la conoció como la “Venezuela Saudita”. El petróleo permitió un crecimiento económico que fue la envidia de la región. Pero con una industria en crisis y sometida a sanciones de Estados Unidos, este país sudamericano no es ni la sombra de sí mismo.
Sin embargo, Venezuela tiene a favor que cuenta con las más importantes reservas certificadas de hidrocarburos en el mundo.
A fines del siglo XIX se dieron los primeros hallazgos de crudo en Venezuela. A partir de los años 1920, “el petróleo se convierte en el principal producto de exportación y principal fuente del presupuesto nacional, motor de la economía venezolana. Todo lo demás, directa o indirectamente, dependía de la actividad petrolera”, refiere el académico y ex rector de la Universidad del Zulia, Ángel Lombardi.
En 1976, se nacionaliza la industria de los hidrocarburos y se crea el holding estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). La mayor parte de las obras de infraestructura fueron financiadas por los ingresos petroleros.
De acuerdo con la mayoría de los expertos, la situación cambia con la llegada a la presidencia de Hugo Chávez (1999-2013), quien usó a PDVSA como vaca lechera.
A la corrupción que ya gangrenaba a una parte de PDVSA se le suma una mala gestión y decisiones polémicas. La más espectacular fue el despido de 20.000 trabajadores, la mayor parte de ellos profesionales de alta calificación, entre 2003 y 2004, después de una huelga de más de un mes de la industria que prácticamente paralizó al país.
“Ahí empieza a venirse abajo todo. No solo la producción, que es lo más fácil de medir y lo evidente, sino también cosas muy importantes como el mantenimiento de las instalaciones”, explica Eugenio Montoro, exgerente de PDVSA y opositor al gobierno.
Aunque la producción siguió en aumento hasta 2008, con un pico de 3,5 millones de barriles diarios, luego se derrumbó hasta los 400.000 barriles diarios, lo que hundió al país en una crisis económica sin precedentes.
La crisis se profundizó a partir de 2018 con el establecimiento de sanciones a la industria por parte de Estados Unidos, que desconoció la reelección de Nicolás Maduro por considerarla fraudulenta.
Pero las tensiones sobre el abastecimiento que provocó primero la guerra en Ucrania y luego el conflicto en Medio Oriente llevaron a Washington a reducir la presión sobre Venezuela, pese a que se mantuvo inmutable el discurso sobre la necesidad de una transición democrática.
A fines del año pasado, tras un acuerdo entre gobierno y oposición de Venezuela para celebrar las elecciones presidenciales en 2024, Estados Unidos alivió las sanciones. Pero luego las reinstauró, cuando el Consejo Nacional Electoral retiró la invitación pactada a los observadores de la Unión Europea. Sin embargo, autorizó excepciones bajo la forma de licencias para compañías como Chevron, Repsol y Maurel y Prom.
Venezuela ha buscado nuevos aliados –Rusia, Irán y China– para impulsar su producción petrolera, que se acerca actualmente al millón de barriles diarios pero requiere de inversiones para pasar a una etapa superior.
El mal estado de la infraestructura petrolera causa graves daños al medioambiente, con derrames permanentes en las principales cuencas.
Con unos 300.000 millones de barriles, Venezuela cuenta con las mayores reservas de hidrocarburos en el mundo. Tiene dos cuencas principales: la histórica de los estados Zulia y Falcón, de petróleo liviano, y la faja petrolífera del Orinoco, de crudo pesado y extrapesado.
El presidente de PDVSA y ministro de Petróleo, Pedro Tellechea, asegura que el país está “en pleno renacimiento de la industria petrolera”.
Fuente: AFP
PB